Prólogo (Cúpula Mágica)

Luis Ángel
2 min readApr 15, 2021

--

Hoy desperté asustado,

Me miré al espejo solo para sorprenderme de las grandes ojeras que delatan mi insomnio, mi cabello alborotado por el estilismo de la almohada y los ojos resecos.

Me desperté soñando muchas cosas. De inmediato pensé que era de mediodía, pues el engañoso reflejo de una luz temprana se coló por las persianas, pero estaba errado. Hoy me desperté con sueños y pesadillas, con un profundo abismo de historias que se arremolinan en mi corazón cual pérfido tumor y que, sin embargo, son las que me permiten vivir.

Sueño con algo en el pecho, presumo que tal vez sea mi moribundo amor, mi débil deseo o un tumor genuino, pero no tengo respuesta para ello.

A veces suelo soñar con tú cariño, (no es la causa de mi desdicha, pero sirve como placebo para mi desanimo) más no logro describir ninguna acción física de nuestra interacción. Somos, o más bien dicho, eres, un efervescente remedio contra esta acidez anímica.

Sueño con volver al pasado.

Sueño con volver al pasado y curar estos horribles resquicios en mi pecho con algún tipo de lingüístico yeso. Mas yo no soy albañil de corazones, este trabajo torpemente me lleva mucho tiempo y a veces con soluciones temporales. Resguardo la úlcera con una venda pero, ¿qué más me queda si no? ¿Qué más me queda si no aplazar este extraño e invencible dolor? Lo prolongo mientras me carcome el alma y me expide mortales venenos por la sangre, y espero que esta, mi inyección de letras (aunque más bien estaría drenando esta sangre enferma en el papel) pueda salvarme del horrible destino que me vaticina este horrendo dolor.

A veces, como se suele decir a menudo, hablar tus problemas conlleva a una cura de la mente y el espíritu, pero como yo no tengo a nadie más que a mi triste sombra, comparto mis pesares por medio de la escritura, siempre lo he hecho así. Mi vida no es trágica, nunca tuve el infortunio de vivir una desgracia mayor a la indiferencia, y creo que eso es lo que me mantiene medio vivo hasta hoy.

Entonces, hoy me miré en el espejo y hallé a la otra mitad de mi medio viva. Tenía estas ojeras que caracterizan su insomnio, un estilismo propio de la almohada y un corazón latente que se le salía a través de los resecos ojos por levantarse asustado. Me burlé de él y él hizo lo mismo, no podría elegir sobre si reír o enfadarme porque siguiera respirando, pero me lo tomé con calma porque, si a muchas personas les debo estar vivo, a él se lo debo más, porque siempre eligió un corazón latente a una soga en el cuello.

--

--

Luis Ángel

Escritor ojiverde amante de mi amorcito. ¡Mucho gusto!